Carlos Taibo. ¿Tomar el poder o construir una sociedad desde abajo?
Un manual para asaltar los infiernos
Anarquista y libertarios
Aunque sé que fuerzo un tanto la realidad, interpretaré que un anarquista es alguien que ha leído a
Bakunin, a
Kropotkin y a
Malatesta y que, mal que bien se adhiere a las ideas correspondientes (...) Consideraré que un libertario es alguien que, haya leído o no a Bakunin, a Kroptkin y a Malatesta, en su práctica cotidiana refleja un compromiso consecuente con la causa de la autogestión, del apoyo mutuo y de la democracia y de la acción directas (...)
Democracia, autogestión y acción directa
Creo que es relativamente sencillo, en suma, dar cuenta de los tres grandes pilares que fundamentan la apuesta libertaria en el terreno político. La primera, la democracia directa, reclama tener en nuestras manos - merced a una reducción de las comunidades políticas que debe ser resultado de una activísima descentralización - una plena capacidad de decisión, en abierto rechazo de las lógicas de la delegación y de la representación. Uno de los correlatos insorteables es, por añadidura, un rechazo paralelo de lo que significan liderazgos y personalismos (...) el rechazo de líderes y dirigentes se asienta ante todo en la certeza de que, si queremos construir una sociedad de hombres y mujeres libres, lo último que debemos hacer es reproducir las reglas de la jerarquía y la separación que están en el origen de lo que nos proponemos combatir. ¿(Los líderes) son acaso preferibles al común de los mortales? ¿Exhiben cualidades morales superiores a las que muestran aquellos a quienes dirigen? ¿Tienen conocimientos mayores que los que arrastran quienes quedan por debajo? ¿Han hecho algo sustancioso encaminado a acrecentar el espíritu crítico de sus subordinados y a invitar a éstos a cuestionar libremente, en su caso, jerarquías y separaciones? (...)
En segundo lugar, la acción directa. Ésta remite a una forma de intervenir en la realidad que implica que retenemos en todo momento y lugar una plena capacidad de decisión y control sobre lo que hacemos, de tal manera que no precisamos de instancias intermedias que piensen por nosotros y nos digan lo que corresponde asumir como propio en cada circunstancia
El tercer y último pilar es la autogestión, que perfila un modelo de organización y de sociedad en el que, sin jerarquías ni separaciones, sin empresarios ni emprendedores, y de la mano de la propiedad común, decidimos colectivamente lo que tenemos que hacer.
Decrecer, desurbanizar, destecnologizar, despatriarcalizar, descomplejizar
Lo que (anarquistas y libertarios reclaman) es una transformación radical de nuestras sociedades. (Para explicarlo) me serviría de cinco verbos: los que reivindican la urgencia de decrecer, desurbanizar, destecnologizar, despatriarcalizar y descomplejizar nuestra sociedades (...)
En el Norte opulento tenemos que decrecer, en primer lugar, porque si vivimos - y vivimos - en un lugar, la Tierra, con recursos limitados, no parece que tenga mucho sentido que aspiremos a seguir creciendo ilimitadamente (...) Piénsese que en el momento presente la huella ecológica española es de 3,5. Significa que para mannetener las actividades económicas hoy existentes en España precisamos nada menos que tres veces y media el territorio español. ¿Cómo se mal resuelve este ingente problema? A través de una presión inaudita ejercida sobre los derechos de los integrantes de las generaciones venideras, y a través de una presión no menos inaudita desplegada sobre los derechos de muchos de los habitantes de los países del Sur. En este escenario, la propuesta del decrecimiento nos dice que en el Norte rico estamos obligados a reducir nuestros niveles de producción y de consumo. Pero nos dice, también, que tenemos que introducir principios y valores (alejados de) la lógica de la producción, del consumo y de la competitividad: apostar por el ocio creativo, frente al ocio mercantilizado; repartir los trabajos y los cuidados; reducir las dimensiones de muchas de las infraestructuras administrativas, productivas y de transporte que hoy utilizamos; restaurar la vida local frente a la condición depredadora de la globalización; o, en suma, y en el ámbito individual, mostrar nuestro compromiso con la causa de la sobriedad y de la sencillez voluntaria.
(Tenemos que) desurbanizar. Los medios urbanos se nos presentan cada vez más hostiles e inhabitables (...) Pensemos seriamente en qué es lo que tenemos que hacer para empezar a vaciar muchos de los mastodontes urbanos que hemos creado o éstos acabarán irremisiblemente - lo están haciendo ya - con nosotros.
(Tenemos que) destecnologizar nuestras sociedades. estamos en la obligación de sopesar críticamente cuál es la dimensión emancipadora de muchas - de todas- de las tecnologías que el sistema nos ha entregado, en apariencia de forma generosa, no vaya a ser que sean mucho menos halagüeñas de lo que una primera lectura sugiere.
Es urgente que trabajemos de forma denodada por una activa despatriarcalización de nuestras sociedades (...) El escenerio de fondo es cualquier cosa menos halagüeño, y obliga a recelar de criterio de quienes estiman que los problemas, múltiples, de las mujeres se hallan en vía de afortunada resolución. FVrente a ello conviene recordar que apenas ha remitido la marginación histórica que, en el terreno material como en el simbólico, sigue padeciendo la mayoría de las mujeres. (...)
Tengo que referirme, en suma, a la necesidad de descomplejizar nuestras sociedades. Hemos acabado por aceptar sociedades cada vez más complejas, con un correlato muy delicado: cada vez somos más dependientes (...) Pensemos en lo que podría ocurrir, en un lugar como éste en el que estamos, en el caso de que dejasen de llegar los suministros de petróleo: todo esto se desmoronaría, literalmente, de la noche a la mañana. Por eso parece de razón que sopesemos seriamente qué es lo que debemos hacer para procurar una progresiva descomplejización de nuestras sociedades que en una de sus dimensiones principales reclama de una activa descentralización en busca de comunidades políticas de tamaño menor