Las
personas somos básicamente animales sociales y como tales
establecemos vínculos afectivos con otras personas. Muchas
investigaciones han reconocido la importancia de tales vínculos y
han intentado desentrañar sus misterios: cómo empiezan, se
desarrollan y continúan o se deshacen.
Pero,
¿qué nos atrae de las personas?¿Qué nos induce a acercarnos a
ellas?¿Se trata de un simple impulso biológico o en la atracción
intervienen preferentemente factores psicológicos y culturales? ¿La
atracción se ajusta a patrones fijos o, por el contrario, cada
persona tiene sus propias preferencias?
La
atracción que cautiva a dos seres humanos es un misterio casi
insondable. No hay que olvidar que el comportamiento sexual de la
especie humana no tiene parangón en el reino animal. Instintos
primarios y condicionantes culturales forjan nuestra compleja y rica
conducta sexual . En el ser humano los mecanismos de la atracción
superan ampliamente la barrera del instinto biológico animal para
convertirse en un complejo entramado de sentimientos, experiencias,
percepciones subjetivas, interacciones, situaciones, valores, etc.
Por eso, aunque no renuncie al estudio de la”química” o la
“biología” de la atracción, la Psicología se centra en la
investigación de la «atracción interpersonal», a saber, la
tendencia a valorar positivamente a otra persona, una actitud que
depende de muchos factores. He aquí algunos de los más
determinantes.
El
aspecto físico
A
pesar de que estamos cansados de escuchar que el aspecto físico no
es lo verdaderamente importante mientras que la personalidad sí lo
es, los
estudios demuestran que a las personas físicamente atractivas se las
cuida más, se las considera mejor y, generalmente, se las trata
mejor. La promoción de la belleza empieza en la más tierna
infancia, cuando en la escuela los niños y las niñas más
atractivos tienen más probabilidades de ser elegidos como amigos y
menos de ser culpados de mal comportamiento por los maestros.
Posteriormente, en la adolescencia, los chicos y las chicas de
apariencia agradable son más populares, son mejor tratados, y se les
predice un mejor futuro académico, laboral y sentimental.
Pero
¿Por
qué el aspecto exterior tiene tanta importancia?
Podemos considerar cuatro posibilidades:
-
1ª: Por el placer estético de mirar algo (alguien) que se considera bello.
-
2ª: Puesto que tendemos a asumir que las personas bellas tienen características más apetecibles, llegamos a creer que a tras un envoltorio bonito se oculta un interior igualmente apetecible.
-
3º: El «status» por asociación: si la mayoría de personas atribuyen rasgos positivos a personas atractivas, y si las personas atractivas son más populares, y con mayor posibilidad para elegir libremente a sus amigos y enamorados, hay que concluir que quienquiera que ellos elijan debe ser también especial. Así, promocionamos nuestro propio «status» asociándonos con la «gente guapa».
- 4ª: la gente guapa, por el hecho de haber sido tratada favorablemente durante toda la vida, puede ser más segura, más generosa, más competente y estar más satisfecha.
La
similitud
Lo emocionante de conocer a otra persona es a menudo el
descubrimiento de que a ambos nos encantan los mismos libros, odiamos
al mismo político, tenemos metas similares en la vida y empleamos de
la misma manera nuestro tiempo libre.
Para
estudiar este efecto se utiliza con frecuencia un procedimiento
llamado «el otro fantasma». Supón que tú eres el sujeto de ese
experimento. Después de que hubieras contestado las preguntas de un
cuestionario sobre aficiones e intereses, se te presentarían las
respuestas que otras personas han dado a las mismas preguntas y se te
preguntaría después qué sientes respecto a esas personas. De
hecho, no existen tales personas. Un investigador habría
cumplimentado con cuidado ese segundo cuestionario para hacerlo más
o menos similar a tus propias respuestas, produciendo un solapamiento
que podría ir desde cero hasta el acuerdo total. Los resultados han
confirmado que cuanto más cerca estuvieran las respuestas del
«fantasma» de las tuyas propias, más te gustaría a ti esa
persona.
¿Pero
qué pasa en la vida real? ¿Se mantiene el mismo principio? Estudios
recientes han descubierto la existencia de gran cantidad de
características comunes entre los que mantienen relaciones íntimas.
Tanto las/los amigas/os como las/los esposas/os tienden a ser
semejantes en cuanto a raza, edad, «status» socioeconómico,
religión, educación, inteligencia, valores y actividades de tiempo
libre.
La
teoría
de la complementariedad
sostiene, en cambio, que personalidades opuestas se atraen; así, por
ejemplo, una persona tímida es atraída por una extrovertida y una
charlatana por una que escucha. Esto parece razonable, pero no existe
evidencia en los estudios actuales.
La
reciprocidad
Según
las investigaciones, se ha confirmado que la gente se siente atraída
por aquellas personas a las que gusta. Esto les demuestra que esas
personas tienen un buen criterio al apreciar sus cualidades. Pero no
siempre funciona así. Si una persona tiene un buen concepto de sí
misma, apreciará y responderá bien a las adulaciones, mientras que
si su propio concepto es bajo o negativo, entenderá tales
adulaciones como un modo de intentar aprovecharse de ella, es decir,
las considerará adulaciones falsas e interesadas y rechazará a
quien las hace.
También
existen otros motivos por los que una persona puede incomodarse con
los halagos a pesar de creerlos sinceros: porque siente la obligación
de devolver el cumplido, porque se teme el ser criticado más tarde o
el tener que mantener ese "buen nivel" y fracasar, el
parecer engreído o poco modesto…etc.
El
halago satisface mayormente cuando es recibido de alguien a quien
respetamos y admiramos, sobre todo si además le consideramos
sincero.
La
mayoría de nuestros mejores amigos viven en nuestra proximidad.
Desde pequeños nos relacionamos más con la gente que más
asiduamente vemos. La probabilidad de conocer, y más aún
íntimamente, a alguien que viva a cientos de kilómetros nuestro es
más baja que la de conocer profundamente a alguien de nuestra
ciudad. El tiempo en común, las vivencias compartidas, el poder dar
ayuda y recibirla, la implicación..., siempre va a poder
desarrollarse mejor si dos personas viven próximas.
Pero
no solo interviene la disponibilidad y la conveniencia, también se
ha demostrado que la gente a la que más vemos, más familiar nos
parece y menos nos cuesta relacionarnos con ella: con la gente
familiar nos sentimos más cómodos y podemos llegar a predecir mejor
su comportamiento y adaptarnos en base a éste, de lo que haríamos
frente a un completo extraño.
También
se desarrollan pensamientos más positivos frente a las personas
próximas (aquellas que creemos que volveremos a ver): Si yo sé que
veré con frecuencia a una persona en el futuro, estaré muy motivado
para ver sus puntos buenos y hacer lo que pueda para que nuestras
interacciones sigan siendo agradables.
Incluso
se ha demostrado que las cosas que nos resultan familiares (una
canción, un cuadro, una persona...), simplemente por el hecho de
estar expuestos a ellas, nos hacen estar más receptivos y nos gustan
más.
Otras
características personales
Existen otros rasgos en las personas, además del atractivo físico, que influyen en la atracción que desarrollamos por una persona.
a)
La cordialidad, que incluye sociabilidad, afabilidad, sentido del
humor y buen carácter, es una cualidad muy apreciada y que incluso
podemos creer que existe en una persona sólo por el echo de que
otras personas nos la hayan definido así. Sin ser necesario el tomar
contacto directo con esa persona, la
atracción va a empezar a desarrollarse y posteriormente la vamos a
considerar de ese modo aunque la correspondencia no sea tal; es
decir, aunque su cordialidad no sea tal y como nos habían hablado,
tenemos tendencia a considerarla como si lo fuese.
b)
La
competencia
también es un factor muy importante. Nos gustan la gente que tiene
habilidades antes que aquella que resulta torpe, pero preferimos a
las personas habilidosas que cometen de vez en cuando algún fallo.
Esto nos da la impresión de que son humanos como nosotros, y no unas
máquinas de absoluta precisión.
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