Hemos
definido la psicología como el estudio científico de la conducta y
de los procesos mentales asociados a ella. Sin embargo, se nos
plantea un problema que aún en la actualidad divide a los
especialistas en la materia: ¿es la psicología realmente una
ciencia?
Si
una ciencia se caracteriza por el uso exclusivo de métodos
experimentales
mediante los cuales se descubren leyes generales que predicen con
exactitud el comportamiento de una clase de fenómenos, la psicología
es poco científica. Veamos los motivos:
(1) En psicología, además de
experimentos de laboratorio, se utilizan metodologías muy variadas,
la mayor parte de ellas prestadas de ramas del conocimiento humano
como la estadística o la sociología (cuestionarios, entrevistas,
observaciones...)
(2) Por otro lado, puesto que cada persona es un ser único e
irrepetible, formado por una variedad incalculable de elementos
biológicos y culturales, resulta un poco utópico querer establecer
unas reglas generales de la conducta; a lo sumo, piensan los
críticos, la psicología podría establecer algunas generalizaciones
estadísticas que admitirían tantas variaciones concretas como
individuos existen.
(3) A estos
inconvenientes podríamos añadir el hecho de que en psicología las
distintas escuelas no se ponen de acuerdo en qué se debe considerar
probado en el campo de la conducta humana, mientras que en física,
en biología o en química siempre hay un amplio consenso sobre qué
considerar verdadero y por qué considerarlo.
Ciencia
a pesar de todo
¿BASTA CON EL SENTIDO COMÚN? |
A
pesar de las anteriores objeciones, para muchos especialistas, la
psicología hace tiempo que dejó de ser un conjunto de suposiciones
filosóficas más o menos razonables sobre la conducta humana. Aunque
por las características de su objeto de estudio quizás no llegue a
alcanzar nunca la exactitud de otras ciencias, la psicología puede
considerarse conocimiento científico porque utiliza con rigor el
mismo método que ha dado credibilidad a la física o a la biología:
(1) Formulación de
pronósticos (hipótesis).
(2)
Deducción de las consecuencias de las mismas.
(3) Contrastación
experimental de las consecuencias de la hipótesis mediante las
técnicas adecuadas
(4)
Elevación de la hipótesis a la categoría de “ley” cuando ha
sido verificada empíricamente.
En
cualquier caso, el
rigor de la psicología se demuestra por su enfrentamiento constante
con el sentido común,
en un terreno (el del comportamiento humano) tan dado a opiniones
personales y a interpretaciones “caseras”: Y es que sobre el
comportamiento de los demás, aunque todos nos creemos “expertos”
, las “opiniones” no valen.
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