Por Jesús Mosterín (Revista Filosofía Hoy)
La noción del saber es más estricta y estrecha que la del mero pensar u opinar.
La palabra ‘ciencia’ es un calco del latín scientia, derivado del verbo
scire, saber. Casi todos (excepto algunos primitivos y postmodernos)
preferimos el saber. Tan grande es su prestigio que los que predican
algo suelen disfrazarlo de ciencia. Los predicadores por antonomasia, es
decir, los dominicos, expresan sus ideas teológicas en una revista
titulada La ciencia tomista. En las facultades de Filosofía de la Unión
Soviética había siempre un departamento de Comunismo Científico. Incluso
los charlatanes y nigromantes pretenden practicar las ciencias ocultas:
ocultas, sí, pero ciencias.