lunes

DOXA vs EPISTEME

  
Carlos Fernández Liria. Volver a Pensar (Akal, 1989)

Es sorprendente cómo nuestros intelectuales creen conocer a Freud, a Marx, a Platón sin sentir ni por un momento que su garganta peligra por ello. Ya sé: estar en la cárcel no es ningún criterio de verdad. No, pero pensar suele tener consecuencias de ese estilo y no por casualidad. Decir “lo que es” es siempre decir lo que es el poder establecido y eso es algo que inevitablemente se dice contra el poder establecido al menos mientras ese poder sea injusto. En este sentido, incluso el más insignificante teorema matemático es revolucionario y podría ser titulado en El País de “apología del terrorismo“. No es por otra razón por lo que Platón identificó la luz del ser en el pensamiento con la luz del Bien y la Justicia: es imposible en absoluto ver un concepto a otra luz distinta del Bien, ver cualquier concepto si no es contra el Poder. No es una gran virtud de nuestra caverna democrática el que los pensadores no estén ya en la cárcel. Hoy como siempre la cárcel tiene sus celdas reservadas para cualquier pensador; y es que la libertad de opiniones ni tiene ni puede tener nada que ver con el pensamiento. Opinar que Marx tenía razón es algo que nada tiene que ver con pensar lo que Marx pensó. Opinar lo mismo que Marx, opinar lo mismo que Freud, pretender opinar lo mismo que un pensador que durante toda su vida intento dejar de opinar en un papel en blanco para ceñirse a la disciplina de un pensamiento que ya no fuera su pensamiento, un pensamiento que fuera capaz de “pensarse a si mismo“, es tan incongruente como hablar del sabor de un triángulo, de lo redondo que es o de la velocidad del tocino. El que nos esté permitido opinar sobre Marx es tanto como decir que nos está permitido olvidar a Marx. Se puede llegar a demostrar que Marx no tenía razón, pero Marx no es opinable, ningún desarrollo teórico es opinable: un concepto sólo puede ser demostrado o refutado y ninguna de las dos cosas tiene nada que ver con la opinión. La discusión teórica no tiene nada que ver con un consenso de opiniones, ante todo, porque el objeto de la discusión teórica es distinto del objeto de la opinión. La opinión más exacta está tan lejos del pensamiento como la más disparatada (...)