jueves

¿QUÉ NOS ATRAE DE LAS PERSONAS?

Las personas somos básicamente animales sociales y como tales establecemos vínculos afectivos con otras personas. Muchas investigaciones han reconocido la importancia de tales vínculos y han intentado desentrañar sus misterios: cómo empiezan, se desarrollan y continúan o se deshacen.
Pero, ¿qué nos atrae de las personas?¿Qué nos induce a acercarnos a ellas?¿Se trata de un simple impulso biológico o en la atracción intervienen preferentemente factores psicológicos y culturales? ¿La atracción se ajusta a patrones fijos o, por el contrario, cada persona tiene sus propias preferencias?

La atracción que cautiva a dos seres humanos es un misterio casi insondable. No hay que olvidar que el comportamiento sexual de la especie humana no tiene parangón en el reino animal. Instintos primarios y condicionantes culturales forjan nuestra compleja y rica conducta sexual . En el ser humano los mecanismos de la atracción superan ampliamente la barrera del instinto biológico animal para convertirse en un complejo entramado de sentimientos, experiencias, percepciones subjetivas, interacciones, situaciones, valores, etc. Por eso, aunque no renuncie al estudio de la”química” o la “biología” de la atracción, la Psicología se centra en la investigación de la «atracción interpersonal», a saber, la tendencia a valorar positivamente a otra persona, una actitud que depende de muchos factores. He aquí algunos de los más determinantes.

lunes

¿QUÉ ES ESA COSA LLAMADA UNIVERSO?


Evan Treborn, un joven que se está esforzando por superar unos dolorosos recuerdos de su infancia, descubre una técnica que le permite viajar atrás en el tiempo y ocupar su cuerpo de niño para poder cambiar el curso de su dolorosa historia. Sin embargo también descubre que cualquier mínimo cambio en el pasado altera enormemente su futuro

martes

UN MÉTODO PELIGROSO




Carl Gustav Jung regenta el hospital Burghölzli, siguiendo las teorías del psicoanálisis de su mentor, Sigmund Freud, con el que mantiene una relación epistolar. Este hombre casado traspasará los límites estrictamente profesionales con una joven, Sabina, aquejada de trastornos emocionales serios, con la que se sumergirá en una espiral de sexo y pasión que no podrá reprimir. La inteligente paciente se convertirá en discípula de Jung y en la barrera que separará a los dos científicos para siempre. Basada en hechos reales, el reputado director canadiense, David Cronenberg (La mosca, Una historia de violencia o Promesas del Este) nos traslada a la gran pantalla los inicios del psicoanálisis, como terapia de tratamiento clínico en pacientes mentales (sustituyendo a los procedimientos más "convencionales" del pasado como las cirugías, extirpaciones cerebrales y a las reclusiones sin ningún resultado favorable), en una historia de amor imposible entre el insigne psiquiatra Carl Gustav Jung, ya casado, y la  paciente rusa, Sabina, que, con el devenir del tiempo, se convertirá en otra adepta de la escuela del psicoanálisis, fundada por el célebre Sigmund Freud. "Un método peligroso" nos adentra en el mundo oscuro de las necesidades y emociones más primarias que se esconden en el cerebro humano, de la conciencia que nos hace ver lo que está bien o lo que está mal dentro de las convenciones sociales que fluyen en ese momento: el propio Jung siente remordimientos por la pura atracción sexual hacia su paciente (con la que acaba traspasando esa línea) y la aparición en escena del amoral enfermo patológico, Otto Gross que no tiene ningún problema en ir más allá de los límites concebidos en el placer que subyace en la debilidad de la carne.

NO ESTABAN MADURAS


Era otoño, y la zorra que vivía en una madriguera del bosque, cada noche se atracaba de ratones, que eran muy gordos en aquella época del año, y también un poco tontos, porque se dejaban cazar con facilidad.
A decir verdad, la zorra hubiese preferido comerse alguna buena gallinita de tiernos huesecitos, pero hacia tiempo que el guardián del gallinero era un perrazo poco recomendable, y había que contentarse con lo que el bosque ofrecía: ratones, ranas y algún lirón.
El caso es que una mañana la zorra se despertó con cierta sequedad en la garganta y con un vivo deseo de comer algo refrescante distinto de su acostumbrada comida. Por ejemplo, un buen racimo de uvas. Y llegaba hasta ella un rico olorcillo de uva moscatel.
"Bueno -dijo para sí la zorra-. Hoy quiero cambiar. Después de tanta carne de ratón, me sentará bien un poco de fruta."
Y se dirigió hacia la parra cuyo aroma había percibido. Apretados racimos colgaban de ella. Había muchos, pero...
"¡Que extraño! -rezongó el animal-, no creí que estuvieran tan altos. De un buen salto los alcanzaré."
Tomó carrera y saltó abriendo la boca. Pero, ¡qué va! Llegó a un palmo del racimo: el salto se le quedó corto. Sin embargo, la zorra no se desanimó. De nuevo tomó carrera y volvió a saltar: ¡nada! Probó otra vez a insistió en la prueba, pero las uvas parecían cada vez más altas.
Jadeando por el esfuerzo, la zorra se convenció de que era inútil repetir el intento. Los racimos estaban a demasiada altura para poder alcanzarlos de un salto.
Se resignó, pues, a renunciar a las uvas, y se disponía a regresar al bosque, cuando se dio cuenta de que desde una rama cercana un pajarillo había observado toda la escena. ¡Qué ridículo papel estuvo haciendo! Precisamente ella, la señora zorra, no había conseguido apoderarse de to que le gustaba. Pero al punto halló to que creyó una salida airosa
-¿Sabes? -dijo, dirigiéndose al pajarillo-, me avisaron de que estaban maduras, pero veo que aún están verdes. Por eso no quiero tomarlas. Las uvas verdes no son un plato apropiado para quien tiene tan buen paladar como yo.
 Y se fue arrogante, segura de haber quedado dignamente, mientras el pajarillo movía la cabeza divertido.