Carlos Fernández Liria et al. Educación para la ciudadanía.
Democracia, capitalismo y Estado de Derecho, 2007
En el comienzo de los
tiempos, Gea, la Tierra, y Urano, el Cielo, no hacían otra cosa que
copular el uno sobre el otro. Urano se negaba a separarse de Gea, de
tal modo que entre los dos no quedaba ni un solo hueco para nada. Así
pues, no había ningún espacio en el que pudieran instalarse las
plantas, los animales, los hombres... En definitiva, el mundo mismo
era imposible, porque el cuerpo de Urano lo tapaba todo.