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EL PALO Y LA ZANAHORIA (I): EL CASTIGO

Dr. José Antonio García Higuera


Definición

Se castiga una conducta cuando va seguida por la aparición de un estímulo aversivo o por la retirada de un refuerzo. Un estímulo es aversivo cuando la lo persona evita o escapa de él.

Eficacia del castigo

Es importante fijarse en el efecto que tiene el castigo para determinar si lo que se está aplicando es realmente un estímulo aversivo o no. Generalmente los estímulos amenazantes, desagradables, dolorosos son aversivos; pero lo serán o no dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, un alimento agradable suele ser un refuerzo, pero será aversivo si estamos empachados o con gastroenteritis, en cuyo caso obligarnos a comer sería aversivo. Otras veces un estímulo aparentemente doloroso o desagradable puede, realmente ser un refuerzo. Por ejemplo, si un niño hace una travesura se le puede castiga dándole un cachete, que le hace daño y es desagradable; podemos, en consecuencia, pensar que es aversivo. Pero sus padres comprueban que cuanto más se le castiga más repite las travesuras. Una posible explicación sería que el niño no está recibiendo suficiente atención por parte de sus padres y la encuentra en el castigo, aunque sea por un medio desagradable. Hay que tener en cuenta que la atención es uno de los refuerzos más importantes para el ser humano. Es como si el niño pensara: “Al menos existo y para mis padres lo que hago es importante”.
Hay que tener muy en cuenta que el efecto del castigo es la inhibición de la conducta y no su extinción. Es decir, el castigo disminuye la frecuencia de la conducta; pero no la elimina del todo.
Además, la frecuencia de la conducta queda condicionada a las situaciones en las que sea probable que aparezca el estímulo aversivo. Si retiraran los radares y la policía de las carreteras, en poco tiempo los límites de velocidad dejarían de ser respetados por mucha gente.


Condiciones para que un castigo sea efectivo:

  1. Se tiene que aplicar a una condcta concreta, claramente definida, que la persona castigada sepa perfectamente que la ha hecho y que está sometida a castigo. Castigos por considerar que no ha estudiado bastante o no se ha portado bien, etc. abren la posibilidad de ver el castigo como arbitrario y por tanto injusto. Hay que concretar la conducta. En los ejemplos anteriores habría que castigar: No has hecho los deberes o te has pegado con tu hermano.
  2. Como consecuencia de lo anterior, cuando se castiga hay que dejar muy claro que el castigo se dirige a la realización de una conducta, no a la persona. Hay que evitar descalificaciones personales como eres malo o tonto, etc. Lo que se plantea es un castigo a la conducta que ha realizado y no a sus cualidades personales.
  3. El castigo no debe responder a una reacción emocional del castigador; sino que se ha de aplicar siempre que se dé la conducta. Si se castigase solamente a veces, dependiendo del estado de ánimo del castigador, se está induciendo a que el castigado pruebe a ver si hay suerte y esa vez no hay castigo.
  4. El castigo tiene que seguir lo más inmediatamente posible a la conducta castigada. Es un principio básico del aprendizaje. Son mucho menos efectivos los castigos diferidos, como no saldrás este fin de semana o no irás de vacaciones. Supongamos que el lunes un niño ha pegado a su hermano y se le castiga sin salir el fin de semana; y que el resto de la semana se ha portado normal con su hermano y ha traído unas notas excelentes. Si se le aplica el castigo impuesto, se dejará de potenciar su conducta de estudio y si no se le aplica el castigo quedará en una amenaza inútil, disminuyendo la eficacia de futuras amenazas.
  5. La persona que realiza una conducta busca unas consecuencias determinadas. Si se castiga dicha conducta, se tiene que dar una alternativa para conseguir de otra manera esas consecuencias. Por ejemplo, si alguien roba para comer, se le puede castigar fuertemente; pero sería muy positivo que se le dieran alternativas para conseguir el dinero que necesita sin estar expuesto al castigo. Es una forma de reforzar conductas positivas. Si no se da está posibilidad, se potencian conductas agresivas contra el que castiga. Otro ejemplo, si se le ha castigado sin paga semanal por no estudiar, se le puede dar la alternativa de que la vaya ganando estudiando día a día. Así se refuerza el estudio que es lo que se quiere potenciar. Se aprovecha que el castigo potencia las conductas que pueden evitarlo.
  6. El castigo solamente funciona cuando la persona es consciente de la posibilidad de ser castigado. Si el niño se lava los dientes por miedo a que su padre le castigue si no lo hace, cuando el padre no esté no se lavará los dientes. Esto implica que se intentará que quien castiga no se entere de lo que se ha hecho. Por tanto, cuando desaparece la posibilidad de ser castigado la conducta podrá volver a repetirse.

Algunas recomendaciones para una aplicación eficaz del castigo

  1. Es conveniente que el castigo sea proporcionado y relacionado con la conducta a castigar.
  2. Hay que tener claro que el castigo es un medio para modificar determinadas conductas, no un método para impartir justicia o venganza.
  3. No es positivo castigar conductas que se quieren fomentar. Por ejemplo, no conviene castigar a leer un libro, si queremos que alguien se aficione a leer.
  4. No se puede basar una educación en el castigo, porque conseguiremos una persona inhibida. Hay que potenciar los refuerzos, que son los que moldean la conducta y llevan a ser más activos. Los castigos tienen que ser los mínimos imprescindibles.
  5. Hay que recordar los límites del castigo, o sea que no elimina para siempre la conducta castigada ni potencia conductas positivas. Por ello, es muy importante dar la alternativa para que la persona castigada pueda conseguir lo que desea. Acompañar al castigo con un refuerzo, así se conseguirá un cambio de conducta permanente. Ejemplo: no te castigo sin que te vayas de vacaciones porque no has aprobado, sino que te tienes que ganar el ir de vacaciones estudiando y aprobando.
  6. Cuando se hayan cumplido las condiciones de ganar el premio, se le ha de dar, aunque se haya dado otra conducta que ha de ser castigada. Por ejemplo, si se ha prometido una bici si aprueba y lo ha hecho, se compra la bici, aunque esté en esos momentos portándose mal con el hermano.
  7. Las amenazas de castigar o se llevan a cabo o es mejor que no se hagan, porque se pierde autoridad y dejan de tener eficacia rápidamente.
  8. Hay que tener en cuenta que la persona castigada va a tratar de ocultar su acción para evitar el castigo. Este hecho puede influir en la confianza entre padres e hijos.
  9. Una recomendación básica: Si la conducta que se castiga continúa haciéndose, hay que plantearse otra estrategia diferente del castigo para su modificación.

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