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EL ORIGEN DE LOS CELOS

La cuestión de los celos constituye una problemática profunda que se remite a la historia de la especie humana, cumpliendo así funciones específicas relacionadas con la supervivencia. Involucra a hombres y mujeres, a pesar de lo cual existen especificidades en la vivencia y expresión de este afecto, expresión del temor de que la persona amada se aleje con otro sujeto. Si bien la existencia de los celos es universal y se basa sobre situaciones reales o fantaseadas, es posible considerar ciertas pautas para intentar manejarlos en pro de la construcción de relaciones de pareja adecuadas.

En su definición más básica, los celos constituyen aquello opuesto a la noción de confianza. Su presencia en las relaciones de pareja es innegable, ya sea al comienzo, en el curso o al final. Este tipo de emoción tiene orígenes específicos así como consecuencias para la interacción de las personas.

Mirando el fenómeno desde la Psicología Evolutiva, podría decirse que los celos tienen una función particular y universal en la historia de la especie humana dado que permiten la construcción de relaciones monogámicas y fieles. Así, los celos son emociones que funcionan como un mecanismo de defensa por medio del cual las personas garantizan la permanencia de su pareja y protegen la relación de actuales o potenciales intromisiones.

La percepción, sensación o fantasía de que tal amenaza existe lleva a que la persona tome acciones encaminadas a eliminarla o disminuirla. Las medidas que se generan a raíz de los celos son muy variadas y van desde ejercer vigilancia sobre la pareja buscando signos probables de que el otro ha establecido una relación paralela, hasta las demostraciones crudas de violencia. La rabia, tristeza y humillación, sensaciones también relacionadas con los celos, motivan un comportamiento que típicamente busca el alejamiento del tercero o la prevención de que la pareja abandone la actual relación.

Diferencias entre hombres y mujeres


Estudios han puesto en evidencia que aunque la naturaleza de los celos es la misma para ambos sexos, es posible distinguir ciertos elementos. Los hombres suelen verse más afectados ante la idea de que su pareja tenga relaciones sexuales con otro ("infidelidad sexual"), mientras que las mujeres sufren más cuando se trata de cuestiones que tocan lo que podría denominarse "infidelidad emocional". Lo anterior hace referencia a una situación en la cual la persona dedica tiempo, atención y recursos a otra que no es su pareja sin que necesariamente exista una relación sexual de por medio.

Hombres y mujeres manifiestan la emoción de los celos de diferentes formas, por ejemplo los actos violentos por medio de los cuales el hombre siente que sus derechos deben quedar claros, mientras que la mujer busca llamar la atención de su pareja usando tácticas que le permitan verse y sentirse más atractiva.

Otras diferencias que se han observado están relacionadas con la principal función que cumplen los celos y el sexo. Desde la perspectiva masculina se trata de garantizar la paternidad de los hijos; las mujeres en cambio tratan de asegurar los recursos y el compromiso de su pareja con ella y sus descendientes. Los sentimientos que las mujeres experimentan al ser testigo o tener fuertes evidencias acerca de la infidelidad del ser querido se asocian principalmente con tristeza y una idea de abandono. Los hombres, por el contrario, tienden a experimentar en un mayor porcentaje rabia y furia. A pesar de lo anterior se ha encontrado que la humillación es una sensación compartida por ambos sexos.

Elementos que intervienen en la constitución de los celos


En primer lugar podríamos ubicarnos en la relación del bebé con su cuidador, quien depende en gran medida de las atenciones que recibe del otro, dado su alto estado de indefensión. La madre es en la mayoría de las veces la figura central, fuente de cariño y seguridad. Además de proveer cuestiones relacionadas con la alimentación y el aseo, entre otras cosas, la mamá constituye la base a partir de la cual el chiquito se descubre en conjunto con el mundo que lo rodea. Esta relación dual deja de ser exclusiva en la medida en que la madre introduce la existencia efectiva de un tercero, el cual puede ser encarnado por el padre o persona similar, o por una ocupación o actividad que ponga una distancia entre ella y el bebé.

En este momento el niño percibirá que hay otra cosa más allá de él para la madre, lo cual puede en un momento particular ocupar toda su atención, lo que implica ya una relación triangular más evolucionada que la primera dual, lo cual no quiere decir que el niño quede abandonado a su suerte. Se trata más bien de que para la madre el mundo es más que el niño. A partir de entonces los celos del bebé tendrían la finalidad, jamás lograda como en el comienzo, de recuperar el objeto de amor perdido (en este caso la madre) y excluir al rival (padre, trabajo, hobby, etc.). De ahí en adelante ese tercero, estará presente así sea en las fantasías inconscientes (o conscientes) y en los sueños que nunca se recuerdan.

La persona que sufre con lo anterior tiene un claro perfil psicológico asociado que incluye elementos tales como baja autoestima e inseguridad, necesidades altas de estimación y aprobación externas, demanda de ser amado incondicional y exclusivamente, es egoísta y desconfía con frecuencia. Controlar los aspectos físico y emocional de la pareja se convierte en su obsesión, de tal forma que comienza a comunicar mensajes dirigidos a restringir cuestiones como el atuendo que usa el otro, el tipo de personas con el que interactúa (llamadas, reuniones, etc.) y toda actividad que pueda implicar una probable situación que fomente la infidelidad.

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