miércoles

PARTO E INFANCIA DE DIOS, UN ELEFANTE DE LEGO, UN DEMIURGO DE CUATRO AÑOS Y SANTA CLAUS (PARTE 1ª)

por Isabel Romero Navas
Los primeros hombres se encontraban perdidos y confusos. Eran materia viva conscientes de ser materia viva, y esto para cualquier ser es una tragedia terrible pues nos conduce irremediablemente a la incertidumbre y el vacío existencial. Existen tres formas de superar esta angustia inicial: obviarla, afrontarla o evadirse de ella. Nuestra raza ha tenido siempre una tendencia natural hacia esta última solución, ha inventado dioses, ritos, mundos paralelos, valores, libros sagrados, a Santa Claus… lo que sea con tal de no perdernos buscando nuestra verdadera naturaleza o la realidad de nuestro mundo. Ambas cuestiones por supuesto pertenecen al ámbito de la filosofía, cuya utilidad hoy día parece que  podría equipararse a la de las monedas de dos céntimos o a la de los semáforos en ámbar. Para entender mejor lo que quiero decir mejor hagamos un breve resumen de casi todo:

Platón (S.IV.ac), al igual que muchos otros representantes de la filosofía griega o latina, defendía que nuestra realidad no es la realmente real, y que existía otro mundo”más allá”; al que denomina mundo Intelegible.  A este mundo no se puede acceder con el uso de los sentidos sino que se llega a él gracias al uso de la parte más excelente del alma, que para Platón es la razón. En este mundo se encuentran unos entes llamados “Ideas” que son para Platón como los bloques de lego para los niños pequeños, utilizando estos bloquecitos de plástico creas una figura nueva, pongamos un elefante por ejemplo, de este elefante participan un montón de piezas distintas (la Idea de animal, la Idea de mamífero…), ahora imagina que el niño iluminase la figura de tal forma que su silueta se viese reflejada en la pared, pues bien esta sombra sería el elefante del mundo sensible (la copia) y el elefante de lego el real, único e inmutable; pero además todos los bloques de lego, son bloques de lego es decir participan a su vez de una Idea superior, la Idea de Bien. La auténtica realidad, tiene para este autor además un carácter religioso y consecuencias en el campo de la epistemología, la ética y la política. En el mito de la caverna la metáfora del Mundo Inteligible es el mundo exterior al que accede el prisionero cuando pierde las cadenas y sale de la caverna. También cabe señalar una figura que cobrará especial importancia unos siglos más tarde de su muerte: el demiurgo, un semidios creador que tomo la materia informe y las modeló a imagen y semejanza de las ideas estableciendo así los dos mundos platónicos, que siguiendo con la metáfora de los bloquecitos de lego tendría un papel parecido al del niño.

A continuación daremos un salto de ocho siglos en el tiempo (S.IV dc), la religión judeocristiana había prendido como la pólvora en todo el Occidente mediterráneo en tan solo cuatro siglos (desde la generación apostólica hasta el Edicto de Tesalónica en el 380 d.c) y esta rápida aceptación y difusión se debió en gran parte a San Agustín de Hipona. Muchos pensadores latinos (y griegos, cuya filosofía era” copiada” por estos)  se mostraban reticentes ante una religión que no solo aniquilaba las bases de sus antiguas creencias sino que además parecía ser enemiga de su amada filosofía principalmente por tres motivos:
- El planteamiento griego del tema de Dios, por ejemplo, se limitaba a su interpretación como inteligencia ordenadora, como causa final, o como razón cósmica, tal como aparece en Anaxágoras, Aristóteles y los estoicos, respectivamente. Los cristianos, sin embargo, por Dios entenderán un ser providente, preocupado por los asuntos humanos; un ser encarnado, que adopta la apariencia humana con todas sus consecuencias; un ser creador, omnipotente, único, pero también paternal. Y resulta difícil, por no decir imposible, encontrar tal visión de Dios en ningún filósofo griego.
-El origen divino de la verdad hace, para los cristianos, de su verdad, la verdad, a secas. Esta postura difícilmente se puede reconciliar con la tendencia griega a la racionalidad y su aceptación de los límites del conocimiento.
- En el caso del hombre también se parte de concepciones distintas; para los cristianos el hombre ha sido hecho a imagen de Dios y, dotado de un alma inmortal, su cuerpo resucitará al final de los tiempos (lo que supone una concepción lineal de la historia, opuesta a la concepción griega que entiende que el mundo no tiene ni principio ni fin temporal), uniéndose a aquélla, siendo juzgado y mereciendo una recompensa o un castigo por su conducta (lo que supone las nociones de culpa o pecado y arrepentimiento o redención; nuevas para los griegos).

A pesar de estas dificultades, que parecían condenar irrevocablemente a la fe y la razón a vivir como el agua y el aceite, los pensadores cristianos, en especial San Agustín de Hipona, encontraron en el platonismo (y con el neoplatonismo, pero también con algunas teorías estoicas) algunas coincidencias que les animarían a inspirarse en dicha corriente filosófica para justificar, defender, o simplemente comprender su fe. Entre ellas, merecen destacarse el dualismo platónico, con la distinción de un mundo sensible y un mundo inteligible, y la explicación de la semejanza entre ambos a partir de las teorías de la imitación o la participación; la existencia del demiurgo, entidad “configuradora” del mundo sensible, (lo que, para los cristianos, lo acercaba a la idea de “creación”); y la idea de Bien, como fuente de toda realidad, identificada con la idea de Uno, lo que se interpretaba como una afirmación simbólica del monoteísmo y de la trascendencia de Dios.
También respecto al hombre, la afirmación de su composición dualista, alma y cuerpo, y la afirmación de la inmortalidad del alma se consideraron apoyos sólidos para la defensa de las creencias cristianas; pero también la afirmación platónica de un juicio final en el que se decide el posterior destino de las almas, aunque chocaran con el platonismo tanto la afirmación cristiana de la resurrección de los cuerpos como la de la creación del alma, inmortal, sí, pero no eterna. ingenerada.
No hay una distinción clara entre razón y fe en su obra, que pasan de ser agua y aceite a vivir una relación amorosa como la de los políticos y la corrupción, lo que marcará el discurrir de todo su pensamiento. Existe una sola verdad, la revelada por la religión, y la razón puede contribuir a conocerla mejor. “Cree para comprender”, nos dice, en una clara expresión de predominio de la fe; sin la creencia en los dogmas de la fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios (la sabiduría de los antiguos no sería para él más que ignorancia); “comprende para creer”, en clara alusión al papel subsidiario, pero necesario, de la razón como instrumento de aclaración de la fe: la fe puede y debe apoyarse en el discurso racional ya que, correctamente utilizado, no puede estar en desacuerdo con la fe, afianzando el valor de ésta. Esta vinculación profunda entre la razón y la fe será una característica de la filosofía cristiana posterior hasta la nueva interpretación de la relación entre ambas aportada por santo Tomás de Aquino, y supone una clara dependencia de la filosofía respecto a la teología.

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