martes

CONDENADOS A ENTENDERNOS


La vida se nos hace insostenible sin pactar y mantener los acuerdos. Después del Renacimiento y de la afirmación del yo, los pensadores modernos toman conciencia de la necesidad de un pacto e imaginan que es a partir de éste como los humanos habrían comenzado a organizarse. Este imaginario pacto o contrato, denominado contrato social, habría permitido evolucionar y progresar a las sociedades en el reconocimiento de los derechos de los individuos. Al mismo tiempo, fue la semilla que ha originado las diferentes formas de Estado, superando la situación, previa de estado de naturaleza. Thomas Hobbes, John Locke y Jean-Jacques Rousseau son las primeros en afirmar que el poder y el Estado son el resultado inevitable de un pacto.
Para Thomas Hobbes, el ser humano es un individuo egoísta que procura sólo su propia conservación y satisfacción; un egoísmo que conduce a la competición, a las peleas y a la desconfianza. Es decir, en el estado de naturaleza, los humanos viven en una constante situación de guerra de unos contra otros, situación que sólo se puede superar viviendo bajo la fuerza de un poder común, el Estado.
Thomas Hobbes considera que los humanos son malos por naturaleza y es la sociedad y el poder, con el pacto, lo que los civiliza; como si defendiera que sólo la mano dura hace funcionar las sociedades y las personas. Por otro lado, Jean-Jacques Rousseau, considera que los humanos son buenos por naturaleza, como "buenos salvajes" de los que te puedes fiar; pero la sociedad obliga a unas apariencias que son como una máscara. También para Rousseau el pacto social es lo que permite proteger las persones y conservar la libertad civil; eso es posible con la soberanía de la voluntad general, aquella que busca la interés común.


El otro pensador contractualista, John Locke, señala la necesidad de poner límites al poder. Con el contrato se crea una autoridad o un poder común, pero se tiene que evitar el poder absoluto y la manera más eficaz es con su división: quién aplica las leyes, el poder ejecutivo, no puede ser el mismo que quién las establece, el poder legislativo; si no hay división, hay abuso de poder. Posteriormente, Montesquieu reelaborará esta teoría política de Locke definiendo la teoría actual sobre la separación de poderes

La reinterpretación del pacto, hoy 

Las teorías basadas en un pacto o contrato social han sido revitalizadas y reinterpretadas al siglo XX por el filósofo norteamericano John Rawls. Bajo qué condiciones los integrantes o componentes de una sociedad moderna pueden llegar a un acuerdo o pacto respecto a su organización social y política? ¿Cómo una sociedad puede llegar a un orden justo? Según Rawls, aquello que caracteriza y define a la justicia es la imparcialidad o la equidad. Una sociedad será justa, es a decir, será una sociedad bien ordenada si sus individuos son capaces, a partir de una situación de igualdad inicial, de ponerse de acuerdo y de decidir imparcialmente. Esta situación de igualdad inicial, es una situación imaginaria de imparcialidad, una situación en la cual no existen diferencias fundamentales que obstaculicen una decisión desinteresada y neutra.
Los integrantes de esta 'original position' se encontrarán cubiertos por un velo de ignorancia (recordemos que la justicia viene representada con ojos vendados como garantía de imparcialidad). Este velo de ignorancia significa que los integrantes desconocen todos aquellos aspectos y contingencias de su existencia que, sin duda, los traerían a actuar interesadamente. Ignoran su status social, fortuna e inteligencia; incluso sexo y generación a la que pertenecen; desconocen también cual será su riqueza y cuales serán sus concepciones del bien. Conocen sólo algo tan impreciso como los "hechos generales de la naturaleza humana", es a decir, las bases elementales de la organización social y de la psicología humana. En tal situación, los individuos tomarán una decidión racional y llegarán a un acuerdo, a entenderse, sobre el tipo de sociedad en la cual quieren vivir. 

 

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