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ACTITUDES ANTE LA MUERTE


La angustia.
La aceptación de la muerte como algo que inevitablemente nos tendrá que suceder, resulta trágico para algunas personas. Ejemplo de esta actitud puede ser el pensamiento del filósofo español Miguel de Unamuno.
Según él, para poder vivir los humanos necesitamos creernos eternos. Pero además, no nos basta con sobrevivir en la fama, en las obras, en los hijos…La única perduración capaz de satisfacer las esperanzas humana es la resurrección total, tal y como la promete el cristianismo. El problema, lo que convierte la existencia humana en una tragedia, es que no tenemos ninguna certeza de que esto vaya a ser así.
El miedo.
Lo mismo que la muerte ajena suele producir dolor, un sentimiento frecuente para muchas personas cuando piensan en la suya es el miedo. “Algunos temen que después de la muerte haya algo terrible, castigos, cualquier amenaza desconocida; otros, que no haya nada y esa nada les resulta lo más aterrador de todo.” (F. Savater)
La negación.
Muchas personas niegan la existencia de la muerte al afirmar que, más allá de la muerte biológica (ésta sí inevitable), la vida continúa. Así, la destrucción del cuerpo causada por el cese de las funciones vitales no tiene por qué significar una destrucción total de la persona. En tal caso, la muerte sería interpretada como un tránsito a otra vida distinta y, para la mayoría de los que así piensan, mejor. Esta actitud constituye la base de todas las creencias religiosas, una actitud que a juicio de F. Savater consiste en “no tomarse la muerte en serio, en considerarla mera apariencia”.
La aceptación.
Esta actitud es propia de muchos filósofos. Por ejemplo, Epicuro (341 – 270 a. C), para quien es de sabios no preocuparse por la muerte, dado que nunca va a ser algo que vayamos a “vivir” y sólo en la vida estamos. Para Epicuro, las afirmaciones sobre un más allá sólo son fábulas para esclavizar a la gente. Algo parecido defiende Spinoza (1632 – 1677): “Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida” o Séneca (4 – 65 d.C ): “No ha querido vivir quien no quiere morir, puesto que la vida se nos dio con la condición de la muerte y hacia ésta vamos”. En todos los casos citados, la muerte es aceptada como el reverso inevitable de la vida. Por tanto, como afirma Savater, el pensamiento sobre la muerte, lejos de angustiarnos, nos remire irremediablemente a la vida: “Más allá de cerrar los ojos para no verla o dejarnos cegar estremecedoramente por la muerte, se nos ofrece la alternativa mortal de intentar comprender la vida”

Actitud actual ante la muerte
    1. La muerte aparece como un fracaso de la técnica y del modelo del hombre moderno que “todo lo puede”. Cuando encuentra ese límite no puede otra cosa que negarlo.
    2. La muerte ha sido excluida de la sociedad moderna: siempre es una sorpresa, un accidente, y como tal se transforma en un hecho clandestino que debe disimularse, ocultarse, y superarse rápidamente. La muerte no puede ser socialmente pensada ni hablada señala Freud “la única manera de hablar de la muerte es negarla”
    3. La muerte (especialmente la muerte violenta) se ha convertido en un espectáculo y, como tal, en algo trivial y casi irreal
    4. La muerte también es en la sociedades ultramodernas un lucrativo negocio: crematorios, tanatorios, propiedad sobre tumbas y nichos....

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