miércoles

¿MI FUTURO ESTÁ EN MIS GENES?

PARA DESPUÉS DE LA PELÍCULA "GATTACA"
  1. ¿Qué significa la frase "No existe gen para el espíritu humano" ? ¿Qué personaje la simboliza?
  2. Vincent y Jerome son como dos caras opuestas de una sociedad ¿ En que se oponen? (compáralos en el terreno físico e intelectual pero también desde el punto de vista emocional)
  3. ¿Ha conseguido la selección genética propuesta en el film sus objetivos ¿Qué objetivos son ésos?
  4. ¿Hay aspectos de la trama que te recuerden aspectos ya en vigor en la sociedad actual?
  5. ¿A qué conclusiones sobre la selección genética nos conduce el director de "Gattaca" ? ¿Estás de acuerdo o matizarías algo?
  6. ¿A qué precedentes históricos remite esta búsqueda de sociedades "perfectas"?
  7. ¿En qué se basan actualmente las diferencias sociales?
  8. Opina sobre el siguiente artículo:

FUTURO | MANIPULACIÓN DE LA HERENCIA
Listo, alto, sano y con los ojos azules

    ANTONIO CALVO ROY
    Los padres siempre quieren lo mejor para sus hijos. Siempre ha sido así y, presumiblemente, lo seguirá siendo. Pero saber qué es lo mejor para los hijos no es elección sencilla. ¿Incluye ese lo mejor el tener los ojos azules, la altura adecuada, un cociente intelectual –signifique eso lo que signifique- por encima de la media y poca propensión al infarto? ¿Dónde está la frontera? ¿Hasta donde llegará la manipulación genética?
    Desde Huxley y su Mundo feliz, el fantasma de la manipulación de los genes con fines espurios ha sobrevolado siempre que se ha tratado la posibilidad de mejorar las capacidades de la des-endencia. Lo que hace no tanto tiempo era un sueño impensable, está cada día más cerca de la realidad. ¿Superará, una vez más, la realidad a la ficción?
    Si los genes tienen el papel central que los genomistas les otorgan sobre el resto de los agentes que intervienen en el código genético, una adecuada ingeniería permitirá eliminar del propio genoma heredado de nuestros padres (nadie es perfecto) aquellas partes del rompecabezas de 100.000 piezas que es el genoma que, aparentemente, sean responsables de la propensión a contraer cáncer de colon, diabetes, cataratas o, para los más extremistas, aquellos genes responsables de la actitudes violentas. Con esa limpieza de genes, los hijos podrán, como deportistas romanos, cumplir el citius, altius y fortius, aunque sin esforzarse para ello.
    Una vez que se ha eliminado la maleza, es el momento de empezar con la jardinería. Una vez que ya no hay propensión a sufrir úlceras, es el momento de pensar en cuestiones más sofisticadas. El color de los ojos, después de todo, no es muy importante, así que no debe mucha importancia elegirlo. Y tampoco ha de ser muy complicado, una vez metido en harinas genómicas, poder elegir entre el azul marino, el verde mar o el gris azulado. Y, ya puestos, al futuro vástago no la haría ningún daño, se supone, tener un poco más de inteligencia, mayor capacidad de memorizar, más agudeza mental y, en definitiva, suficiente sentido común como para despuntar en la vida.
    ¿Cómo lograr todo ello? Con confianza en los manipuladores de los genes y sin poner demasiadas puertas al campo de la investigación. Evitando a los agoreros que siempre se oponen a la llegada del futuro y acaban siempre corriendo tras su sombrero arrastrado por el viento de la historia. Si, como ha dicho en la revista Time James Watson, uno de los héroes del ADN (junto a Crick, quien encontró su estructura) nuestro destino, en gran medida está en nuestros genes, no debemos ser tan osados como para renunciar a él.
    Ojos del color adecuado y sin miopía, ninguna propensión a tener alto el colesterol o la tensión, nada de infartos imprevistos ni de síndromes de imposible pronunciación, espectacular aumento de la esperanza de vida, un hígado siempre joven y unos riñones de exposición, venas y arterias siempre limpias, emociones controladas, imaginación la justa, buen nivel de inglés... ¿Quien no quiere todo eso para su descendencia y más si fuera posible? Pues aunque pueda parecer que queda mucho tiempo para poder disfrutar de todas estas bicocas, algunas de ellas ya han sido ofrecidas por los descifradores del genoma humano (¿de qué humano en concreto?; somos seis mil millones), por los magos de la ingeniería genética, por quienes están convencidos de que con un libro de cocina un marciano sería capaz de hacer un ajoarriero, aunque encontrase la receta vagando por el espacio. El futuro ya está aquí, también para dotar a la prole de todas las ventajas posibles.



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