miércoles

CONDENADOS A ELEGIR

        "Estoy condenado a ser libre. Lo cual significa que   no es posible encontrar a mi libertad más límites que ella misma, o si se prefiere, que no soy libre para dejar de ser libre" JP Sartre. El Ser y la Nada


En el siglo XX, un grupo de pensadores conocidos como los existencialistas afirmaron que el ser humano no tiene una naturaleza fija, sino que se caracteriza por su capacidad para hacerse, para inventarse. El existencialismo, gracias al filósofo francés Jean-Paul Sartre, se convirtió en moda casi universal. En los seres humanos, la existencia tiene primacía o prioridad en relación a la esencia: no existe un modelo humano porque cada uno es irrepetible, es una excepción. La existencia no es un estado, sino un proceso. Al nacer no somos nada más que una posibilidad y, haciendo uso de la libertad a la que estamos condenados, hemos de inventarnos a nosotros mismos. Por eso,  a pesar de que, a veces, intentamos refugiarnos en lo que se nos da hecho o incluso en lo que hemos elegido ser como si constituyera un destino irremediable (soy español, heterosexual, padre, profesor...), lo cierto es que siempre estamos abiertos a transformarnos o a cambiar de camino.
Pero la libertad es algo doloroso, una condena: hemos de tomar decisiones pero nos faltan razones, y no tomar decisiones ya es una decisión. Soy, pues, un sujeto que toma decisiones. Cada iniciativa mía, cada decisión que tomo me lleva a invadir el espacio de otros sujetos como yo que, a su vez, eligen y, por tanto, invaden el espacio de mi subjetividad y de sujeto que soy me transforman en objeto. Por eso, decía Sartre,  la mirada del otro puede ser una opresión que me paralice y transforme mi vida en un infierno (“El infierno son los otros”)

No hay comentarios:

Publicar un comentario